Juan Pablo Lichtmajer deja de lado el tradicional mate que lo acompaña en la gestión. Se aferra a esas hojas en las que se reflejan los números de la inversión en materia educativa. Los memorizó y, sólo en una oportunidad, se puso los anteojos para afianzar un dato. El ministro de Educación de Tucumán insiste en que no hay ajuste en el área a su cargo, ni en la provincia ni en la Nación. Prefiere hablar de expansión presupuestaria, a partir del incremento de las partidas que le permitieron avanzar con la reparación de establecimientos y, además, apuntalar la calidad educativa. En zona de exámenes en las escuelas, Lichtmajer sabe que es necesario proyectar y planificar el próximo período lectivo, porque antes del fin del ciclo actual hay un Mundial de Fútbol que, en muchos casos, capta la atención general de la sociedad y de los alumnos en particular. Durante una entrevista concedida a LA GACETA, el funcionario reivindica que la economía del conocimiento arranca en la escuela y eso le da más sentido a la popularizada frase que señala que esa educación es el motor de un país.
-¿En educación hay ajuste del 15% en el Presupuesto nacional o está debidamente financiada?
-No hay ajuste en educación. Lo que hay es expansión presupuestaria. A eso lo tenemos firmado y en plena ejecución en estos momentos. Me gusta informar con datos, con evidencias. Los docentes aprendemos a enseñar con algún tipo de garantía que lo que decimos tiene un elevado grado de verdad. En Tucumán tenemos terminadas 107 obras y 82 en ejecución. Decimos 189 obras que están hechas, licitadas y trabajando en los lugares. En San Pedro de Colalao, por ejemplo, hay una que se termina en junio. Y eso es palpable. Sólo basta con consultar a directoras o supervisoras. Las obras son una realidad y están a la vista. Además de ese plan hemos presentado 15 nuevas y eso nos lleva a 204 obras. Algunos podrán decirnos que varias son de envergadura menor. Diré que sí, que es un baño, un pluvial o un patio techado; pero también tenemos escuelas nuevas, como el Nivel Inicial de la Escuela García Hamilton en la Capital. No hay ajuste. Son $ 4.633, 47 millones en obras mayores, de ampliación y talleres, de equipamiento y mobiliario y proyectos solidarios. Está comprometido eso. Recordemos que este es un año en el que se ha extendido el presupuesto en educación. Ha crecido un 94,6%.
-Si bien hay inversión edilicia, ¿cómo acompaña a ese proceso el desempeño educativo, tanto de docentes como de alumnos?
-Ambas cuestiones son inseparables. Fijamos una prioridad con el gobernador (Osvaldo Jaldo), a través del plan integral de reparación de edificios escolares. Pero eso, a la vez, estaba alineado y en sintonía con lo que ha sido la idea y la meta del Gobierno nacional para la vuelta plena a las aulas. Los motores de la educación están en marcha, a pleno. Los edificios van de la mano de la recuperación de la matrícula. Hoy tenemos todos los chicos y las chicas en las escuelas. Y tenés que equiparlas. En términos de inversión, en los mobiliarios se invirtieron $ 939 millones que ya han llegado a 395 establecimientos. Esto es información pública. Somos defensores de esa mecánica y lo hicimos sistemáticamente cada dos meses, desde que empezó este plan el año pasado. Otro caso es el de Coro y orquestas, que estuvo a punto de desaparecer, pero hoy suma 600 instrumentos con la inversión de $ 38 millones. Conectar Igualdad, a su vez, permitió distribuir 30.000 computadoras en un año y el ministro de Educación de la Nación (Jaime Perczyk) sigue entregando más lotes. Eso va acompañado de la entrega de libros para cada alumno y alumna del nivel inicial y de la primaria que cuentan con textos de Lengua y de Matemáticas. Se distribuyeron 300.000 libros. Eso es una política integral educativa. No sólo pensar en la reparación de los edificios y volver a las escuelas, sino también fortalecer los conocimientos del contenido empezando por lo más básico. Lengua y Matemáticas son las dos llaves que abren la puerta a las otras ciencias.
-¿Eso ha sido complementando con la jornada extendida, con haber sumado una hora más de clases?
-El hecho de sumar una hora, tiene aristas de cantidad y de calidad por dos motivos. El primero porque se enseña Lengua y Matemáticas, pero cada docente, cada directora y cada institución diseña un modo propio de encarar esta tarea. Algunas han seguido mecanismos de talleres, introduciendo una innovación importante. Y esto no significa cuatro más una hora, sino una escuela de cinco horas que mejora toda la ecuación. Hay que pensar que eso continuará. El convenio firmado con el Gobierno nacional no dura ni seis meses ni un año, sino un lustro.
-¿Esta jornada extendida se incorporará al ciclo lectivo como horario fijo?
-Exactamente. Esto es lo que hay que destacar en las políticas públicas de educación. Y cuando se discute sobre este meta, la cuestión electoral pasa a segundo plano. Nadie puede dudar que el camino es la educación. Voy al ejemplo del convenio. La Nación asiste a las provincias para instrumentar la hora extra. Las provincias ponen una contraparte. Ese convenio dura hasta 2027 y no significa que se vaya a alterar la vida del personal vinculado con las escuelas, que vaya a trabajar desde el 2 de enero o lo haga hasta el 28 de diciembre. En las escuelas tucumanas, el año que viene todos los alumnos y las alumnas de la primaria van a tener 228 días de clases. Pocos países del mundo tienen ese nivel de escolarización. Un chico o una chica que empieza el nivel primario el año que viene, en vez de hacer seis años, lo hará en siete. Eso es entrar en el fondo del problema.
-¿Siete años tomando en cuenta la jornada extendida?
Claro. Contás la cantidad de horas y lo que se suma es el equivalente en horas a un año más en toda la primaria.
-¿Se ha recuperado el tiempo perdido de presencialidad durante la pandemia?
-Se han recuperado los hábitos escolares; se han recuperado los conocimientos; se ha recuperado a la escuela como el sitio donde se desarrolla la vida de manera cotidiana. Hay cosas que la pandemia ha hecho y que no vamos a recuperar, pero sí nos sirvió para volver a la escuela con mucha energía. Apelo al sentido común y me parece ver el mismo entusiasmo en niños, niñas y docentes similar a otros órdenes de la vida del momento pospandemia. Que hay que encauzar eso que tiene que ver con volver a lo social, sin dudas. Se hizo mucho trabajo en lo emocional y hay que seguir haciéndolo para robustecer el vínculo social. Creo que nos hemos recuperado de la pandemia. Ahora es momento de pasar de la recuperación a la expansión.
-Que está relacionado con los 228 días de clases...
-Ese es uno de los factores que está relacionado con eso. Pero también es planificación, inversión e innovación. Si vos te mirás al espejo y te preguntás si sos el mismo que el de 2019, probablemente la respuesta sea no. Tenemos que mejorar y para hacerlo hay que innovar. También se necesita Inversión, planificación, dedicación y constancia, además de objetivos claros hacia dónde se quiere ir. La escuela también tiene que ser un establecimiento de pospandemia.
-La inversión y la recuperación del conocimiento indudablemente contribuyen a una mejora paulatina de la calidad educativa. Pero, ¿cómo se puede avanzar hacia esa meta en un país donde seis de cada 10 niños y adolescentes están atravesados por la pobreza?
-La escuela es, quizás, el instrumento de lucha contra la pobreza más importante que tenemos. En Tucumán para dar un ejemplo, tenemos 1.119 establecimientos que brindan servicios alimentarios. Es un combate directo contra la pobreza.
-¿De cuántos chicos hablamos?
-Estamos hablando 264.026 chicos y chicas
-¿Sobre una matrícula de cuánto?
-Representa casi el 60% de la matricula de las escuelas públicas. Y esto va en expansión, porque estamos desarrollando programas para incrementar los servicios alimentarios. Creo que está la seguridad alimentaria, pero también debemos incluir los hábitos. Las agendas son simultáneas. Me decías, lo edilicio, lo pedagógico, lo emocional y la calidad educativa. Los objetivos siempre se vinculan con la calidad educativa. Ahora digo que voy a brindar seguridad alimentaria para que nadie pase hambre, eso a la vez tiene que estar atado a una agenda que es muy propia del mundo actual y que tiene que ver con lo saludable. La alimentación escolar no es cualquier alimentación. Y eso a la vez está ligado con el hecho social que es compartir la mesa, una tradición tan propia en la Argentina. En la pospandemia han vuelto los comedores; ya no es el sistema prioritariamente de las raciones, sino también recrear el espacio social. Todas esas cosas nos ayuda a trabajar sobre los comportamientos que son tan importantes. Cuando digo que la pandemia ha quedado atrás, me refiero a un hecho determinante que es que tenemos salud. Segundo: tenemos educación. Hay 17 millones de alumnos yendo a la escuela, desde Ushuaia hasta La Quiaca,; y ocurre en Tucumán. Trabajo es el tercer factor. Hay indicadores en términos de recuperación de la actividad económica que muestran que hay una pospandemia. Eso se topa con el problema, en términos de salarios, que es la inflación. Pero el empleo se viene recuperando y la inversión educativa en obras contribuye a generar puestos de base local. En un país con problemas económicos difíciles, la escuela es un lugar donde se enseña y se cuida. Y de una de las cosas que se cuida es de las amenazas que la pobreza genera. Hay que reconocer, además, que la sociedad ha tomado una conciencia distinta desde la familia hacia la docencia, hacia el rol de esa maestra o de ese maestro que goza de mayor respeto. Ese docente se capacita permanentemente para llevar a las aulas las nuevas herramientas y los nuevos métodos de enseñanza.
-¿Qué sucederá con los exámenes? ¿Se mantiene el sistema de acompañamiento de aquellos que no cumplen los objetivos?
-La evaluación es parte de la educación. No se puede no tomar pruebas ni dejar de evaluar. Es parte fundamental y hace a la misma dinámica educativa. Personalmente, creo que tiene que haber más exigencia y más acompañamiento hacia los alumnos y hacia las alumnas. Estas dos situaciones van de la mano, porque entrenarnos más nos hará rendir mejor. El acompañamiento se efectúa para exigir más del alumno, y no menos. La escuela debe entrar en esa dinámica, pero también entrenar y preparar más. Y necesitamos mucho de lo que se haga en la casa. Creo que es fundamental reforzar los hábitos en lo educativo. Hacer las tareas todos los días o realizar los ejercicios cotidianamente son situaciones irreemplazables. El mundo funciona así. No pongo en dudas las ventajas que la tecnología nos ofrece, pero la cercanía es la palabra clave en educación. Claro está que no hay un modelo general para todos y para todas. Si hubiéramos aplicado la jornada extendida con ese criterio, hubiésemos fracasado. La planificación tiene que tener un cierto grado de flexibilidad por la alta dosis de diversidad que existe entre las escuelas y el contexto en el que se da. En suma, más entrenamiento nos lleva a mayores exigencias, pero eso también debe ser acompañado de la agenda de los chicos y que nos compete a todos. La agenda se vincula con la lucha contra la discriminación y la violencia, un tema central en la Argentina. También está la ambiental que no solo es ecológica, sino la posibilidad de desarrollo económico y equitativo. Además está la que tiene que ver con la economía circular. Hace poco observaba las distintas fuentes de ingreso de divisas al país. Naturalmente las exportaciones suelen ser determinantes, pero también aparecía la economía del conocimiento. Los recursos de esa economía se están gestando, por ejemplo, en los 498.000 chicos y chicas que van a las escuelas todos los días a desarrollar distintos modos. Cuando se dice que la educación es el motor de un país, no solamente se lo señala como algo abstracto, sino aplicado en el día a día de la cotidianidad de la vida de las personas.
-La educación ha entrado dentro del debate preelectoral, ¿cree que esto es saludable o hay otros caminos para discutir qué se debe hacer?
-La educación es un bien superior que está por encima de cualquier división. De eso estoy convencido. Cada vez que se habla de educación, asimismo, hay que hacerlo respaldado en datos y siendo educado. Los debates son parte de la democracia y en educación, no hay mejor manera de darlos predicando con el ejemplo. Algunos sostenían que hay un ajuste, pero los datos objetivos nos reflejan expansión en la inversión. Estamos por cumplir 40 años de democracia y creo que tenemos que elevar el nivel de debate, mejora las políticas públicas y la convivencia democrática. Creo que se puede tener una opinión distinta respecto de un punto, pero no por ello descalificar en educación. No por ello tenemos que ser maleducados.